La sidra es una bebida que encierra la esencia de la naturaleza y el trabajo artesanal. Su proceso de elaboración, transmitido a lo largo de generaciones, sigue siendo un arte que combina tradición y cuidado en cada etapa.
Todo comienza con la recolección de las manzanas, seleccionadas cuidadosamente en su punto óptimo de madurez. Estas manzanas se prensan para extraer su jugo, un líquido fresco y aromático que constituye la base de la sidra. Este jugo es almacenado en barricas donde, a través de la fermentación natural, los azúcares se transforman en alcohol.
El tiempo de fermentación es crucial. Durante meses, la sidra adquiere su característico sabor afrutado, fresco y ligeramente ácido. Una vez lista, se filtra y se embotella, manteniendo siempre su autenticidad y calidad.
Cada copa de sidra es el resultado de un cuidadoso equilibrio entre la naturaleza y el trabajo del productor. Este proceso, aunque simple en apariencia, está lleno de detalles que garantizan que la sidra conserve su esencia en cada sorbo.
Disfrutar de una buena sidra es más que probar una bebida; es conectarse con la tradición y el sabor de la tierra. ¡Salud!